Las gatas alcanzan la pubertad entre los 5 y los 9 meses. El momento de alcanzar la misma depende de varios factores: la época del año (a mayor exposición de luz durante el día, mayor probabilidad de comenzar a ciclar), la presencia de un macho o de otras hembras en celo o de la raza. Los gatos de pelo corto suelen alcanzar la pubertad de forma más precoz que aquellos de pelo largo. Los Persa, por ejemplo, se destacan como gatos especialmente tardíos en madurar ya que en general, las hembras tienen su primer ciclo al año de vida. A nivel comportamental en algunos casos los celos pueden ser silentes (es decir que no percibimos signos del mismo) pero en la mayoría de las gatas pueden aparecer vocalizaciones excesivas y bien características (principalmente por la noche), cambios posturales (se arquean de manera muy notoria) y también parecen estar más mimosas y a veces intranquilas.
En el caso de los machos la pubertad comienza a los 6-7 meses. Se manifiesta con la aparición de pequeñas espinas en el pene, cuyo desarrollo depende de la producción de testosterona en los testículos. Sin embargo, el primer apareamiento suele ocurrir más tarde, a partir de los 9 meses de vida.
Caso que no desees que tu mascota se aparee, la opción definitiva y más recomendada es la castración. La misma se indica una vez que el gato haya alcanzado la pubertad. La castración a edad temprana disminuye las probabilidades de que el macho desarrolle conductas indeseables como el vagabundeo o la marcación urinaria. De esta manera, ayuda a prevenir el contagio de enfermedades infecciosas por contacto con otros animales de la calle.
Además, en el caso de las hembras, tiene como ventajas evitar preñeces indeseadas, infecciones uterinas y disminuye la probabilidad de aparición de tumores mamarios.
Resulta importante ofrecerle al gato castrado el alimento indicado para su condición, además de mantenerlo activo estimulándolo a través del juego.