Algunas veces al rechazar algunos alimentos los gatos son considerados “mañosos” o “caprichosos”. Pero debemos entender que, al igual que nosotros, ellos prefieren algunos sabores más que otros.
Al nacer, los gatos son condicionados a sabores particulares. Durante la lactancia los cachorros son sensibles al aroma y a la composición de la leche materna, que depende de la alimentación de la gata.
Por eso, para fijar sus preferencias, la alimentación recibida durante el destete es determinante. Normalmente, los gatitos prefieren el alimento con el que se han destetado en presencia de su madre. Por otro lado, si se administra un nuevo alimento a un gato en estado de estrés se produce un fenómeno llamado “neofobia”: más adelante, el gato rechazará este alimento cuyo sabor está asociado a una experiencia desagradable. Esta neofobia se diferencia de la aversión, que corresponde al rechazo de un alimento que simplemente no desea comer.
Como tienen la agudeza olfativa mucho más desarrollada que la nuestra, el olfato es el sentido principal de los gatos para seleccionar un alimento. Un ejemplo de esto es que ellos perciben muy rápidamente cuando las grasas comienzan a oxidarse. Entonces son capaces de rechazar la comida antes de que nosotros podamos percibir el más mínimo olor a rancio. Es importante tener en cuenta que a medida que pasan los años esta capacidad olfativa se va reduciendo.
Por eso, para que nuestro gato coma su alimento es muy importante que les resulte palatable. Esto adquiere una mayor importancia aún si por razones de salud necesita una dieta particular cuya formulación presente ciertas restricciones como ser menos cantidad de grasas o de sodio.
Tu gato, ¿qué alimentos prefiere?